Durante la mañana de hoy se ha llevado a cabo una magnífica conferencia de D. Juan Luis Ravé sobre “El arte mudéjar en la provincia de Sevilla”, actividad enmarcada dentro de la III Semana de la Ciencia y del Programa Vivir y Sentir el Patrimonio.
No es fácil acceder a la calle Cantareros de Marchena. Es una pequeña vía peatonal, y los pocos vehículos que la transitan pertenecen a los vecinos que tienen allí sus cocheras. Allí, entre pequeñas casas, se encuentra un pequeño establecimiento al que no para de llegar un goteo constante de clientes.
Se trata de la panadería de la familia Reina Corpas. Aquí se fragua desde hace dos siglos uno de los productos más especiales de la gastronomía sevillana: el mollete marchenero. Este producto atrae a numerosos visistantes de todas partes de España solo para probarlo. «Algunos están de paso, otros vienen directamente a comprar los molletes para poder llevarlo a sus familias», afirma Rafael, uno de los cuatro hermanos que actualmente llevan este establecimiento. «Somos la cuarta generación», señala. Junto a Rafael, también se encuentran Mari Carmen, Antonio y Manuel.
Antonio, Manuel, Mari Carmen y Rafael son la cuarta generación del negocio familiar - J.L.M.
El establecimiento en el que trabajan es pequeño. Abrió en 1812, con la primera generación de la familia Reina. Desde entonces han cambiado muchas cosas, como se puede observar en las fotos que cuelgan en el recibidor. «Muchas adaptaciones las hemos tenido que hacer por requisitos sanitarios», afirman, «pero en otras hemos sido pioneros nosotros».
Con eso se refieren a la máquina con la que cobran los molletes: el cliente deposita el dinero en una ranura y así se efectúa el pago. «Así evitamos tocar el dinero para no desperdiciar la masa». Pero hay varias cosas que no han cambiado: ni la receta, ni la forma de elaboración de los molletes («nosotros hacemos exactamente lo mismo que nuestros mayores»), ni, por supuesto, el horno de leña. «Ha sido restaurado por fuera, pero el interior sigue siendo el mismo».
Producción limitada
En ese tipo de producción está el secreto del éxito del mollete marchenero, un producto que incluso «ha llegado a estar en Nueva York, en la India..., han estado en muchos lugares del mundo», afirma Mari Carmen.
«El que prueba esto repite», señala otro hermano. Esta fama, no obstante, encuentra un obstáculo con el método artesanal: «si lo hiciésemos de forma industrial, llegaríamos a todos los sitios que nos lo demandan, pero entonces no serían tan especiales», lamentan.
Aun así, eso no impide que el negocio vaya bien. Mientras esta entrevista se desarrolla no paran de hacer más molletes para los clientes que van llegando para probar este inconfundible producto de gran calidad.
Los molletes han sido reconocidos por multitud de instituciones y particulares. Uno de los premios más recientes fue el de «Marchenero del año», que otorga el Ayuntamiento de la localidad el 28 de febrero con varias categorías. Al horno de la calle Cantareros le tocó en 2012, en el apartado de actividad económica por ser «todo un símbolo de nuestra gastronomía».
Pero también particulares, como una pareja de sevillanos que «venían en Vespa desde la capital por los molletes y que homenajearon a nuestros padres», dedicando incluso una poesía que concluía con«¡Que sigan las tradiciones/ y no se olviden jamás,/ que es bonito conservarlas/ por ser cultura y ser verdad!».
Imágenes de una villa entre siglos”. Organiza: Excmo. Ayto. de Marchena
A largo de la semana del 18 al 22 de diciembre de 2017, distintos grupos del IES López de Arenas (de Segundo Ciclo de la ESO, FP Básica y Bachillerato), visitaron la Exposición titulada “Azpiazu y Marchena. Imágenes de una villa entre siglos”.
Manuel Castro Baco, un vecino de Marchena,
descubrió en 2015 vía internet el legado que dejó Salvador Ramón de Azpiazu
Imbert (1867-1927), un perito agrícola de origen vasco que dedicó su tiempo
libre a recorrer España para dejar colecciones de fotos únicas de todos los
lugares por donde pasó.
Salvador Román Azpiazu Imbert nació el 9 de
agosto de 1867 en Vitoria y falleció en Madrid el 5 de enero de 1927. Salvador
Azpiazu era perito agrícola y trabajaba para el Servicio Agronómico Catastral.
Además, fue dibujante, ilustrador y fotógrafo. Viajó por toda España, Francia e
Italia. Estuvo en Marchena en dos ocasiones: en los años 1897/1898 y en 1915.
Los originales de esta interesante colección
de fotografías están custodiados en el Archivo municipal del Ayuntamiento de
Vitoria-Gasteiz. A Azpiazu le interesaba la piedra y las costumbres de la
sociedad de esa época.
Recaló en Marchena durante los años 1897 y
1898, y por el centenar de imágenes que recogió se sabe cómo era la sociedad de
esa época, las calles, plazas y edificios, costumbres, actividades festivas o
de labor.
En esta exposición se pudieron apreciar las
tres facetas artísticas del autor (fotógrafo, dibujante e ilustrador) y su
vinculación con la villa marchenera. Una exposición, así como un catálogo de
fotografías y dibujos que han hecho historia.
GALERÍA DE IMÁGENES
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MÁS INFORMACIÓN:
Una exposición recoge cien fotografías que definen a la Marchena de hace un siglo (ABC, 26 de diciembre de 2017)
Calendario de la exposición: Del 4 de diciembre de 2017 al 6 de enero de 2018.
Horario de apertura:
De lunes a domingo. Mañanas de 9'30 a 13'30 h. Tardes: de 17'00 a 20'30 h. Días 25 de diciembre y días 1 y 6 de enero: sólo en horario de tarde. CERRADO: Días 24 y 31 de diciembre y 5 de enero.